lunes, 5 de abril de 2010

¿Qué echan esta noche?

Hola amiguitos, pensaréis, ¿esto esta ocurriendo? ¿no habíanse muerto los bunkeros? No para su desgracia, seguimos vivos aunque este, nuestro frecuente rincón no hace mucho tiempo, se ha quedado polvoriento, pero nunca es tarde para dejar aquí alguna huella para que lo lean esos pocos grandes que quedan por internet.

Este viernes asistí a las salas para poder degustar una peli "palomitera" con colegas, en 3D. Vaya eso suena bien. Pero sinceramente, hace mucho que no asisto a ver una de estas con esperanzas y salgo extasiado. Avatar me dejó buen sabor de boca, el 3D resultó espectacular, pero todo quedó ensombrecido por el aluvión de críticas en cuanto al parecido con otras obras bien conocidas. Al menos, Avatar, pese al bombo que se le dio, no puede pasar por peli mediocre, puede pasar por predecible, pero al fin y al cabo, Cameron es capaz de sacar mucho partido a una historia sencilla. Pero si que ha supuesto algo que el mismo Cameron predijo, el cine, como medio de entretenimiento ha de evolucionar. Este, actualmente, esta cediendo su liderato a otros terrenos, los videojuegos y las series han tomado la delantera y actualmente mueven más gente, hasta el salón de su casa, porque sus historias nos llegan más y mejor. El cine, con unos precios cada vez menos adecuados, esta intentando doblegar a sus rivales y con Avatar como ejemplo de un 3D soberbio, las salas se lanzan a proyectar todas sus películas en ese formato. No sólo cobran más, sino que crean curiosidad en el público que ya sabe hasta donde llega la magia de este nuevo cine.
Pero toda esta lucha por no desaparecer esta completamente enfocado a lo que se puede llamar "Cine de Entretenimiento", porque el cine, como lenguaje, como forma de expresión, no ha dejado de dar buenos frutos, sólo hace falta ir a alguna sala en V.O. y arriesgarse a encontrar un diamante en bruto. El cine "palomitero" es hace ya unos cuantos años, un simple trámite que esta completamente alejado de la expresión, el lenguaje cinematográfico y demás artificios artíscticos, este nuevo cine, es una muestra de que se puede ganar mucho dinero creando un producto completamente "técnico". Al decir esto quiero hacer notar que, Hollywood como industria ha respetado siempre cada apartado de la producción, con unos métodos solamente soñados en otros lugares. Su modo de trabajar siempre ha sido envidiable y terriblemente eficiente, aun lo es hoy en día, pero ya no es necesario terminarlo bien, o simplemente plantear un guión que concuerde o deslumbrar al público con una historia original. Actualmente ya no es necesario, porque la taquilla se va a llenar "no matter what", me refiero como es lógico a la taquilla USA, porque hay una gran diferencia, ya que allí, en proporción, la gente que sólo quiere salir al cine para estar con la gente, montar alboroto y prestar más atención a la chuti de al lado, es mucho mayor que en cualquier otro lugar, por ello cuando aquí, algún aficionado al cine como tal, al cine en toda su expresión, se lanza a darse un homenaje con el remake de Furia de Titanes, corre el peligro de no encontrar lo que busca, y de un modo absurdo espera al menos que se parezca a la antigua, aunque sólo sea en la historia, con unos medio decentes efectos especiales.

Pero no, una vez más nos demuestran que se puede hacer aun peor, que cada nuevo taquillazo nos golpea con rabia en la cara, y se ríe de nuestras expectativas. Como imaginaréis, el apartado técnico es sobresaliente, visualmente convence. La historia difiere en la original lo suficiente para haberse convertido en muy mediocre. Los diálogos son lo más insulso, insustancial y soporífero que recuerdo. Sam Worthington tiene casi menos registro que Keanu Reeves criogenizado y menos gracia que un bebe muerto, es el mismo personaje en cada película, el mismo tipo rebelde y sin motivaciones. Todo ello hace que el 3D pase desapercibido, no así los 11€ que hacen arder una animadversión incontrolable hacia los responsables.

Empiezo a tener la sensación que el cine de serie B actualmente esta envuelto en muchos millones de dólares y no en bajos presupuestos y esfuerzo como así solía ser. Ahora, alguien agita un talonario en un rincón y alguien mueve unos hilos para hacerlo funcionar todo COMO EL PUTO CULO, señores. Y lo peor de todo, como es evidente, es que al igual que en la política, aun seguimos viendo/pagando/votando para que ellos se rían/estafen/engañen a todo el mundo.

Pero claro, ya tenemos suficiente con pensar en nuestro trabajo, futuro, amigos, familia. Antes que mover nuestro culo y hacer que todo cambie. A veces se echa de menos alguien que lo diga todo bien alto y claro, porque a veces uno sólo se despierta cayendo de la cama.




Y ahora no se si echarle la culpa al papadas de George Lucas por haber
inventado el concepto de cine de entretenimiento o a toda la clase política
por gastarse nuestro dinero en sus placeres.

Gruñones Saludos Bunkeros!!!


sábado, 23 de enero de 2010

Feliz Finde!!!


Specialman, que lleva la ropa interior por fuera, pero no tiene poderes, os recomienda comer cinco veces al día, sobar mucho y beber wisin a no parar y barato.


lunes, 11 de enero de 2010

El "Rock Urbano" está de moda



En el Bunker damos la bienvenida al nuevo año con un chiste malo. Agradezcanselo a la cantidad de horas que me he pasado buscando regalos estas navidades.


Ah, y para los que no lo han pillado:


¡¡Bunkeros saludos!!

jueves, 31 de diciembre de 2009

¡Feliz 2010!

Nochevieja - Fiesta - Vomitonas - Jamonas, culebras y gachises

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Madrid Truculento

El pasado sábado 5 de diciembre nuestro patrocinador (porque el Bunker tiene patrocinador ¿o qué se creían?), nos organizó un evento al que asistimos el señor Proctor, Doctor en Parapsicología, Bioquímica Molecular y Malevolencia, y un servidor como representantes del Bunker. Esa noche el frío se adueñó de la capital hasta un nivel en que ni siquiera los trajes termoprotectores del Doctor lograban cumplir su cometido, a lo que tenemos que sumar que el maldito sistema de pompas de jabón seguía sin expulsar nada. Mr. Mauro, también conocido como el hombre que nunca lleva el reloj en hora, volvió a llegar tarde (Inciso de Proctor: Decir que llegó tarde es ser muy benévolo...) y eso, en pleno centro de la capital, con una horda de transeúntes ávidos de puestos ambulantes y productos navideños, es un craso error. Una vez reunido este intrépido grupo de dos, intentamos alcanzar nuestra meta que era la Plaza Mayor, pero el borreguismo navideño, que había conseguido inundar la zona de compradores compulsivos, nos causó un colapso agónico gracias al cual solo conseguimos avanzar un paso cada siete minutos. Eso nos hacía plenamente conscientes de que íbamos a llegar (más) tarde a nuestro destino, lo que sumado al hecho del genio que se gasta nuestro patrocinador, hacía que la situación se pusiera más tensa por momentos... fíjense que hasta mis zapatillas comenzaron a desanudarse de puro agobio, ya me lo dijo Lengua Negra el día de mi cumpleaños mientras sostenía una botella de absenta francesa: “¡El velcro es el futuro, Picotto!

Tras muchos empujones, codazos, insultos, pisotones y atropellos con carritos de niño, conseguimos llegar al punto de encuentro desde el que salía nuestro evento, que no les he comentado que era una visita guiada por el llamado “Madrid Tenebroso”. Pues bien, resulta que en el susodicho punto de encuentro le enseñamos nuestras entradas a una amable señorita que nos dice: “Esperad ahí al resto del grupo” y nos proporciona unas pegatinas de color fucsia a modo de identificador (una vez más el velcro habría hecho estragos). Nosotros, como buenos muchachos que somos, esperamos obedientemente hasta que otra señorita aparece y nos dice que nuestro "grupo" ya se había marchado, pero que no nos preocupemos, que gracias a un “mapa” rudimentario, pintarrajeado y manoseado que nos dio, los encontraremos. Eso sí, habrá que darse prisa o perderíamos al grupo para siempre en las laberínticas calles del Madrid antiguo. Agobiados, nos pusimos de nuevo en ruta, abriéndonos paso como luchadores de Wrestling americano entre la ingente marabunta navideña que colapsaba la Plaza Mayor. De pronto, un grito alarmado de Proctor me hace girar sobre mis talones; “He perdido la pegatina”, me dice con horror, y mira mi pecho buscando la mía, que, misteriosamente, también había desparecido... pero gracias a mis binoculares con visión nocturna (regalo de empresa), ambas pegatinas volvieron a nuestras solapas, no sin antes tener que apartar las piernas de varios transeúntes zombificados que se disponían a pisarlas. Reanudamos la marcha, pero esta vez tomando ciertas precauciones para que el incidente no volviese a suceder: Proctor, conocido por su desconfianza hacia toda mecánica alejada de la electrónica, mantuvo su mano en el pecho sujetando la pegatina cual patriota al escuchar el himno de su país. Por mi parte la mantuve pegada a mi brazo, manteniéndome durante el resto de la aventura de brazos cruzados.

Tras un rato de callejeo digno de cualquier espía internacional, unas cuantas discusiones sobre que calle tomar que fueron zanjadas por el GPS portátil del Doctor y tras encomendarnos varias veces a los dioses del azar, dimos con el grupo. Bueno, en realidad vimos a una mujer que le susurraba a un micrófono contando lo que parecía una historia de venganzas en el Madrid de los Austrias mientras un grupo de personas hacía que la escuchaba y nos acercamos a ver que pasaba. (Inciso de Proctor: Al acercarnos, obligue al bueno de Mauro a preguntar a la gente allí congregada si aquello era lo que buscábamos. Lo curioso del caso es que era imposible atisbar la voz de la chica a la que pregunto mi compañero de aventuras, pero según él le dijo que sí...). Al rato otro grupo similar al que nuestro se cruzó con nosotros, y ahí fue cuando Proctor se percató de que estábamos en el grupo equivocado, Por ello, y sin que se notara, iniciamos la maniobra de acople con el nuevo grupo. Tras esto comenzamos una ruta en la que encontramos a un actor que decía ser un tal Don Juan de Escobedo, un moribundo que reconoció abiertamente su predilección por los mancebos, cortejando a uno de los viandantes. Después encontramos un mendigo que se olía un dedo que se introducía en el ano sistemáticamente, muchas mujeres encapuchadas y lo que debía ser un travesti disfrazado de La Princesa de Eboli, que sentía una predilección especial por el eco (Inciso de Proctor: El/la muy colgado/a no paraba de insistir en que repitiéramos su nombre, y encima casi me saca a hacer el moñas delante de todo el grupo, menos mal que cazó a la incauta que estaba a mi lado) Entre tanto, me atreví a visitar un local de alimentación chino, pese a la recomendación que un día me dio Lengua Negra de no visitar nunca un lugar tan poco glamuroso. Allí me encontré con un indigente que esperaba para ser atendido pero el tiempo pasaba, Proctor me apremiaba, nuestro grupo se alejaba y nadie aparecía para atenderme. De nuevo y muy alterado, Proctor me incitaba a continuar con la marcha y yo decidí tomar “prestados” unos donuts de chocolate a cambio de un pagaré (Inciso de Proctor: “Prestados”. Seguro que luego los chinos culparon al pobre indigente...), que nuestro patrocinador se encargará de abonar en un futuro (o eso o que Dios se lo pague al tendero chino...)

El caso es que esta alocada ruta prosiguió entre el frío, más extraños personajes travestidos, donuts de chocolate gratuitos (Inciso de Mauro: eso, gratis, que tú ni moviste un dedo para alimentarnos y bien que te lo zampaste, pertinaz...) e historias tétricas para culminar en una escalinata frente a la Catedral de la Almudena en la que nos hicieron sentarnos a ver el ajusticiamiento público de Luis Candelas al que asistieron su novia despechada, el verdugo, un comentarista y la madre del reo. Tan extraño espectáculo terminó entre aplausos del público allí congregado (Inciso de Proctor: para calentarnos las manos, no se crean), dejándonos con la sensación de haber contemplado un espectáculo único. Por lo menos intentaremos repetirlo cuando haga menos frío. Y cuando patrocinador vuelva a invitarnos, claro.

Este post ha sido co-escrito con la inestimable ayuda, apuntes y tocahueveces del Doctor Proctor.